sábado, 10 de noviembre de 2007

TLC CONDENABLE Y CONDENADO

El TLC aprobado por la Cámara de Representantes de Estados Unidos merece aplausos… en tierra del Tío Sam.En el Perú, más allá del alborozo mediático del oficialismo, los únicos que pueden alegrarse con razón son los agroexportadores de la costa y algunos grupos vinculados al gran comercio.Para los agricultores peruanos y para las posibilidades de seguridad alimentaria y de preservación de nuestra biodiversidad esa aprobación es una sentencia de muerte.Ayer, en el programa “Al día con Hildebrandt”, escuché a Luis Zúñiga, el valiente aprista presidente de Conveagro que se opone al TLC en nombre de los agricultores y porque conoce el problema, y a Alan Fairlie, el economista que ha publicado serios estudios sobre la amenaza que el malhadado TLC representa para la agricultura peruana y para las posibilidades de un desarrollo independiente. He ahí dos expositores cargados de realidad y conocimientos.Enseguida escuché a Alfredo Ferrero Diez Canseco, que reemplazó a Raúl Diez Canseco en el Ministerio de Comercio Exterior bajo el régimen de Alejandro Toledo. Ferrero se había negado a polemizar con Fairlie en el programa de Hildebrandt.El doctor Ferrero es un solista. Pero un solista que desafina. Dijo, por ejemplo, repitiendo lo que sostienen Alan García y Jorge del Castillo, que China, siendo un país comunista, también ha optado por el libre comercio y los tratados semejantes a lo que Bush y sus dos apóstoles –Toledo y García– defienden y elogian.No es exacto lo que afirma el ilustre abogado. China ha abierto sus puertas al capital extranjero, pero no con las características de claudicación que han otorgado los amos del Perú. En China, el Estado implanta la apertura en zonas especiales, mantiene la planificación central y los grandes precios. El gobierno chino exige, además, participación en el accionariado de las compañías y transferencia de tecnología.Precisamente porque la de Beijing no es una economía como la que intenta García y exalta Ferrero, China está sujeta a discusión: la Organización Mundial de Comercio no le reconoce condición de economía de mercado. Por algo los industriales textiles peruanos se oponen a que se le adjudique tal condición.En un momento en que el Perú más que nunca se abre en dos: el país de los ricos y el país de los pobres; en que se ensancha el estigma señalado por Jorge Basadre: “el Estado empírico y el abismo social”, el TLC constituye una pieza acusatoria contra los malos peruanos que aceptaron, sin negociar, el mandato del imperio.La historia enseña que los tratados o acuerdos comerciales contrarios al interés nacional y popular pueden ser abolidos. Un torrente popular se los puede –se los debe– llevar de encuentro.

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